A veces, cuando surgen problemas dentales, la única forma de rescatar una pieza  es mediante un tratamiento de conducto radicular. Una pieza dental está formada por tres partes principalmente:

El esmalte, que es una capa transparente que recubre el diente y le da resistencia contra la placa bacteriana; la dentina, que es un poco más blanda le da color y forma al diente; y la pulpa, o “nervio”, que es un tejido muy blando que está formado por los nervios y los vasos sanguíneos.

Cuando una caries avanza hasta la pulpa el dolor se hace insoportable. Y, a veces, la pulpa se daña, se enferma o muere. En esos casos, para evitar una extracción, el dentista puede recomendar un “tratamiento de conducto radicular,” que consiste en quitar la pulpa hasta la raíz (pulpectomía) y rellenar la pieza con un material sólido, similar al caucho, llamado gutapercha.

Los casos más comunes en que se realiza una pulpectomía son: Caries profundas, dientes fracturados y lesiones en la raíz. Es importante saber que, tras el tratamiento, el diente tiene que dejar de doler, por el hecho de que se sacan todos los conductos nerviosos.

Este método consiste en una intervención de varios pasos, que pueden ser realizados entre una y tres sesiones, por lo general. Primero se limpia y eliminan las zonas infectadas y cariadas en el diente. Luego se perfora la pieza dental en el mismo sentido de la forma de la pulpa, que es una de las cosas más importantes y difíciles, ya que a veces el emplazamiento de ésta difiere bastante de la norma. Esta parte del tratamiento se hace con anestesia local, de modo que no sea más incómodo que un empaste normal.

Luego, el dentista inyecta más anestesia directo en el nervio del diente, e inserta la instrumentación (generalmente una especie de tornillo) con la que realizará la pulpectomía hasta lograr sacar el nervio por completo. Después, limpia todo el tejido nervioso que queda en la cavidad y en los conductos radiculares y ensancha ligeramente el hueco, con unas limas especiales, para prepararlo para el empaste. Al terminar esta etapa procede a desinfectar bien el interior del diente, cosa que es muy importante porque de esto depende la evolución posterior del tratamiento.

Cuando el diente se ha preparado adecuadamente, el endodoncista rellena la raíz con gutapercha. Si el tratamiento va a ser en más de una sesión, la cámara pulpar se llena con algodón y se empasta en forma provisoria. En la visita siguiente se destapa el diente y se ve el avance del tratamiento (para ver si hay infecciones o avances de la caries), se colma con un material de refuerzo y luego se repara el diente con un empaste definitivo o una corona.